CAUSAS
Fútbol Más México: Actitud, perseverancia y crecimiento
Cuando Ariana Pérez llegó a la canchita del Indeco, uno de los barrios más peligrosos de Ciudad de México, no fueron pocos los que la miraron con una mezcla de escepticismo y menosprecio. ¿De cuándo acá una chamaca que no llegaba a los veintisiete años les iba a enseñar a jugar fútbol a los chicos de esa barriada? El papá de Max, por ejemplo, fue hasta la cancha para encararla y decirle: ¡Usted no le va a enseñar fútbol a mi hijo! Ni siquiera había conversado con ‘Ari’, pero el solo hecho de imaginar que una mujer podía dirigir los primeros pasos de su hijo y de otros niños en el fútbol le resultaba inaceptable. Es que en México, como en muchos otros países, el machismo está muy enquistado. Aun así, ‘Ari’ siguió yendo a diario a ese barrio, y le enseñó a jugar a Max y a muchos otros niños y muchas otras niñas, porque a fin de cuentas ella estaba empapada de la pasión y la misión que «Fútbol Más» le había encomendado; ella se debía a esos chicos y chicas que, con el paso del tiempo, terminaron amándola y convirtiéndose en su referente, porque luego de unos meses, todos querían ser como ella.
Las dificultades con las que se encontró Ariana reflejan muy bien los desafíos que debió enfrentar «Fútbol Más México» en su afán por instalarse y crecer en tierras aztecas. Si bien el inicio de la historia partió en 2015, cuando un joven economista mexicano llamado Sergio Guerrero, en virtud de su amor por el fútbol y las causas sociales, le propuso a Víctor Gutiérrez, uno de los fundadores de «Fútbol Más», que considerara la posibilidad de que la organización llegara a ese territorio. La operación propiamente tal comenzó en 2017, una vez que se obtuvieron los recursos de un fondo FIFA, Football For Hope.
La misma Ariana recuerda muy bien cómo fueron esos días previos al arranque del programa, cuando debían encontrar una cancha para poder hacer la convocatoria de los niños, niñas y a sus familias. Ya eran cerca de las seis de la tarde y llovía rabiosamente en Ciudad de México. Ari iba al volante; a su lado, Lucas Siqués, chileno y quien ya había pasado por la misma experiencia en la apertura de «Fútbol Más Ecuador». Entre tantos callejones, Ari no lograba dar con la canchita que buscaban. Estaban a punto de darse por vencidos cuando la encontraron. Estacionaron el carro y se bajaron a preguntar. La primera respuesta fue negativa y llena de hostilidad; les dijeron que esa cancha pasaba ocupada, mañana, tarde y noche, que perdían su tiempo. Pudieron haberse ido, pero a Lucas se le ocurrió preguntar en el único almacén que estaba abierto. Resultó que el dependiente era el presidente de la comunidad y quedó maravillado con el proyecto. Cinco días después, Ari y Lucas le explicaban a todos los vecinos los pormenores del programa, y pocos días más tarde ya estaban en la cancha esperando a que los niños y niñas llegaran.
Con todo, hubo una resistencia inicial difícil de entender. Una mala vibra inexplicable que se acentuaba cada vez que Lucas aparecía por el barrio. Lo miraban con ojos de sospecha. ¿Qué ocurría? Indeco se había formado a partir de un grupo de familias que vivía en el barrio de Tepito. Decidieron marcharse por las constantes redadas que hacía la policía con el fin de confiscar especies robadas o falsificadas. Así nació Indeco, un lugar que tenía sus propias leyes y donde la policía no entraba. Lucas era tan alto y tan «guero» —como le dicen en México a quienes tienen la piel muy blanca— que parecía un policía infiltrado. Cuando menos eso suponían los vecinos del barrio. Solo cuando pudieron conocerlo bien, esa mala energía se disipó.
De cualquier manera, ‘Ari’ no la tuvo fácil. El machismo se expresaba en diferentes formas. Los adolescentes buscaban cualquier pretexto para hacerle las cosas difíciles. Se divertían lanzando huevos a la cancha cuando ella dictaba las sesiones sociodeportivas. Por otro lado, muchos se resistían a que ella fuera la maestra, entonces Ariana los desafiaba: «Si hago más dominadas que tú, te quedas a la sesión; si no, te vas». Y Ari, que había sido futbolista profesional, siempre les ganaba y así los niños participaban.
En septiembre de 2017, México vivió una situación dramática. Dos terremotos sacudieron a varias de sus ciudades —uno con epicentro en Chiapas, el 7 de septiembre, magnitud 8,2; el otro en Puebla, el 19 de septiembre, magnitud 7,1—, dejando muerte y destrucción. Había que hacer algo. La experiencia de Chile, en la que «Fútbol Más» había acudido en auxilio de las víctimas del terremoto de 2010 y de los territorios que se vieron afectados por los aluviones de 2015, sirvieron de ejemplo. En virtud de esto, se logró un acuerdo con UNICEF para trabajar en las comunidades de Oaxaca y Morelos. Ese acuerdo no solo fue importante por la ayuda prestada al pueblo méxicano, sino también porque a partir de ahí UNICEF se convirtió en un gran aliado de «Fútbol Más México» y en un socio clave para transformar la realidad de miles de niñas y niños en diferentes contextos.
Casi un año después, en octubre de 2018 y a consecuencia de la pobreza y la violencia que se vivía en países de América Central, miles de personas —especialmente de Honduras, El Salvador y Guatemala— abandonaron sus hogares y avanzaron en romerías interminables hacia Estados Unidos y, en ese plan, cruzaron caminando el territorio mexicano de sur a norte. Ante la desesperación, el hambre y la pobreza con la que cargaban, los migrantes debieron hacer frente a la misma violencia incubada en la sociedad mexicana, al reclutamiento de parte del narco, a los abusos infantiles, trata de personas, etc. En ese contexto, la intervención de «Fútbol Más», apoyada por UNICEF, se enfocó en darles contención, acompañarlos y resignificar el trauma. Los equipos de la Fundación se encontraban con las caravanas en determinados puntos y trabajaban con los y las migrantes en un modelo parecido al del programa «Barrios» y sus sesiones sociodeportivas.
Ese proyecto se mantuvo en el tiempo con algunas variaciones. UNICEF advirtió que no todos los migrantes estaban cruzando hacia Estados Unidos; había muchos que, finalmente, optaban por quedarse en territorio mexicano. Desde ese diagnóstico, «Fútbol Más» comenzó a trabajar en las fronteras norte y sur, haciendo foco en los albergues. Hubo que adaptar la metodología para trabajar en ellos. No solo eso, entendiendo la diversidad de contextos y realidades que había en los albergues —algunos abrían sus puertas a familias enteras; otros, solo a niños; otros, a migrantes venidos de solo un país—, también hubo que modelarla de acuerdo a las características de la población que cada albergue recibía. Fue una tarea dura, pero hermosa, sobre todo, el apoyo dado a los niños y niñas que viajaban sin sus familias. Muchos de ellos y ellas se encariñaron con las y los profesionales de «Fútbol Más», y luego de varias semanas o meses solían escribirle desde algún lugar de Estados Unidos para contarle que habían cruzado la frontera y que ya estaban instalados en su nuevo hogar. Cada vez que eso ocurrió, los niños y las niñas le enviaban una foto donde aparecían con su compañera de viaje: la Tarjeta Verde.
También en 2018 se inició la relación con las academias formativas de la cementera Cemex y el club Tigres, en lo que fue el primer proyecto de «Transferencia» o consultoría que ofreció «Fútbol Más México». Durante todo el año, una pareja de monitores formada por la propia Ariana y César Omar, recorrieron, a tiempo completo, trece academias a nivel nacional traspasando la metodología de «Fútbol Más» a sus entrenadores con el fin de que abrazaran los principios de la estrategia de Deporte Para el Desarrollo.
La intervención fue altamente exitosa, aun cuando el machismo volvió a colarse en la intervención. Inicialmente, un grupo importante de entrenadores, al momento de interactuar, solo interpelaba a César Omar, invisibilizando la labor de ‘Ari’. Lo importante de este trabajo, más allá de los logros cuantitativos que se obtuvieron, dicen relación con el cambio de paradigma que se generó, porque luego del primer semestre la mayoría de los entrenadores terminó por reconocer la labor de Ariana y entender que un conjunto de hombres sí podía vivir un proceso de aprendizaje liderado por una mujer.
A nivel organizacional, 2019 fue un año clave. Hubo una serie de cambios en el organigrama: entra a la organización Ignacio Gómez —actual director ejecutivo— y Patricia Hernández, -actual directora de administración y finanzas-. La Fundación siguió teniendo menos de 20 personas, pero comenzó la búsqueda de perfiles más robustos, lo que se afianzó en 2020 con la integración de Cecilia Moreno quién llegó desde Chile para reforzar el área social del equipo mexicano y que había sido de las primeras profesionales en Santiago.
Se fueron sumando otros socios. Por ejemplo, Acciona en Oaxaca, Zuma Energía, una empresa de energía eólica que financió un proyecto en Chihuahua. Así, el radio de acción del programa fue creciendo. La víspera de la pandemia por Covid-19 sorprendió a «Fútbol Más» con proyectos en Ciudad Juárez, Oaxaca, Morelos, Tijuana, Tapachula, Monterrey y con una nueva filial en Ciudad de México. El equipo de planta ya había subido a más de veinte personas y, contra todo pronóstico, la irrupción del Covid vino a fortalecer todo. No solo porque hubo un trabajo importante en traspasar los diferentes programas al mundo virtual. También porque la demanda, sobre todo en lo referido al trabajo en albergues, se multiplicó en el formato remoto, al punto que sumando los albergues de la frontera norte y sur la cobertura fue de 55 albergues.
Además, para iniciar 2022, Sergio Guerrero retomó el área comercial con particular ahínco, cosechando buena parte de las gestiones que habían iniciado en el proceso anterior. De este modo, «Fútbol Más México» cuenta hoy con quince alianzas —diez de ellas son sólidas y generan ingresos mes a mes; otras corresponden a eventos anuales y un tercer estrato son los proyectos fruto de fondos adjudicados—. Visto desde otra perspectiva, el 40% de las intervenciones corresponden al programa «Barrios», otro 40% está al alero del programa «Transferencias», mientras que el 20% restante se relaciona con el trabajo en albergues con el programa «Movilidad» —aún así, en términos de recursos este 20% corresponde al 70% de los ingresos de la Fundación con UNICEF como gran soporte.
El 2023 encuentra a «Fútbol Más México» en una posición expectante a nivel organizacional. Con un gran equipo desplegado en diferentes zonas del país y con alianzas que le permiten sostener sus intervenciones y trabajo con la niñez y sus comunidades en diferentes contextos. Como si fuera poco, una de las beneficiarias del programa del barrio Indeco, que por ese entonces tenía solo doce años y que pasó por todas las etapas hasta convertirse en una líder con mayúsculas, Zoe Mayorga, acaba de iniciar sus estudios de licenciatura y, al cumplir la mayoría de edad, postuló a un proyecto que «Fútbol Más» abrió con la empresa Nike y quedó seleccionada. Ella siempre decía: «No me quiero quedar en el barrio, quiero ser alguien». Y hoy tiene una responsabilidad como profesora de un proyecto de la Fundación que operó un cambio trascendente en su vida.
México es un referente en la historia de «Fútbol Más». En muy poco tiempo, homologó el proceso que vivió Chile y que le tomó cerca de quince años. En cantidad de profesionales, programas, beneficiarios/as, ingresos, México es líder, confirmando que «Fútbol Más» es uno de los mejores programas centrados en la estrategia de Deporte Para el Desarrollo en el mundo. Como dice la propia Ariana: «Partimos siendo un equipo de barrio y hoy ya somos un equipo grande del que todos quieren formar parte».